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miércoles, 21 de noviembre de 2012

Giselle

                     

 
Giselle es la obra más importante del compositor Adolphe Charles Adam. La compuso en tres semanas de 1841 y, en ella, logró conjugar eficazmente lo estrictamente técnico en materia coreográfica, con la expresión esencialmente romántica de la obra, logrando una de las más bellas y majestuosas piezas de la época clásica y coreografía obligada en las grandes compañías de danza.
Su argumento nació de la inspiración del poeta Théophile Gautier, quien lo escribió para la joven bailarina Carlotta Grisi a partir de un poema de Heinrich Heine sobre la leyenda alemana de las Willis: espectros de hermosas jóvenes que en las noches de luna llena bailan con sus trajes de novia, coronadas de flores, y castigan a los hombres que las abandonaron forzándolos a bailar hasta caer muertos.
La coreografía original es de Jean Coralli, aunque la mayoría de los solos fueron creados por el bailarín Jules Perrot.
Con más de 150 años, Giselle puede aún conmover al público como ningún otro ballet. Encierra todas las emociones, su argumento se desarrolla con sencillez y rectitud, y no tiene nada de ese baile virtuosista sin conexión con la trama, que comporta tantas dificultades en su presentación, como ocurre en otros clásicos. Giselle es un producto típico del período romántico, hija de los poetas Heine y Gautier. Sin embargo, su mensaje pertenece a todas las épocas: el que nos subraya que el amor es más fuerte que el odio.
  PRIMER ACTO  
Es la época de la vendimia, en un lugar de la Europa central. Giselle, joven campesina, está enamorada y es correspondida por Loys, a quien ella supone un aldeano, pero que es en realidad Albrecht, Duque de Silesia, que se hace pasar por un campesino para obtener su amor. Hilarión, el guardabosques, también está enamorado de Giselle, pero es rechazado por ella, quien le confiesa que su amor pertenece a Loys. Hilarión riñe con Loys, sospecha de él y jura tomar venganza. Giselle baila a pesar de su salud delicada y es sorprendida por su madre, quien expresa sus temores de que al truncarse prematuramente la vida de su hija, ésta llegue a convertirse en una Wili, las habitantes nocturnas de los bosques, almas en pena de jóvenes que han muerto antes de sus bodas. Durante una cacería organizada por la corte, llega al lugar casualmente el séquito del Príncipe de Courtland con su hija Bathilde, que es la prometida de Albrecht. Bathilde queda impresionada por el encanto y la inocencia de Giselle. Los aldeanos festejan la conclusión de la cosecha y coronan a Giselle como la reina de la vendimia. En medio del baile y la alegría irrumpe Hilarión, que ya ha descubierto el engaño de Albrecht, aprovecha la presencia del Príncipe de Courtland y desenmascara al joven Duque. Giselle, desesperada, pierde la razón y muere.
SEGUNDO ACTO
Aparece la tumba de Giselle en el bosque. Hilarión ha acudido al lugar, a donde llegan varios campesinos. Comienzan a jugar y tratan de incorporar a Hilarión al grupo, pero éste se niega, sumido en su dolor. Es medianoche y las Wilis, que han abandonado sus sepulcros en busca de hombres para hacerlos danzar hasta morir, aparecen en el lugar; y Mirtha, reina del grupo, inicia a Giselle en su macabra fraternidad. Albrecht visita la tumba de Giselle y suplica perdón por el engaño. Hilarión es víctima de los espectros y la vengativa Mirtha ordena a Giselle que también atraiga al joven Duque a una danza mortal, pero ella, cuyo amor por Albrecht se mantiene más allá de la muerte trata de salvarlo. Amanece. Las Wilis deben desaparecer y Giselle retornar a su tumba. Albrecht, salvado por el profundo amor de Giselle, queda junto al sepulcro llorando para siempre la ausencia de su amada. 
 

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